PHILIP W. JACKSON – Enseñanzas Implícitas 
“Enseñanzas Implícitas” de Philip W. Jackson, publicado en 1968, es una obra seminal en el campo de la pedagogía, que propone una reflexión profunda sobre cómo el entorno educativo, las interacciones sociales y las estructuras implícitas afectan el aprendizaje de los estudiantes. A través de este análisis, Jackson pone en evidencia que, aunque el currículo formal y los contenidos explícitos son fundamentales en el proceso educativo, existe un conjunto de aprendizajes no intencionales, o “enseñanzas implícitas”, que también desempeñan un papel clave en la formación de los alumnos. Este concepto de enseñanza implícita no se refiere solo a lo que se aprende en un aula de manera directa, sino también a las lecciones que los estudiantes absorben indirectamente al estar inmersos en una cultura educativa específica.
En la introducción del libro, Jackson describe el aula como un escenario complejo donde los estudiantes no solo reciben información académica, sino que también están expuestos a una serie de dinámicas sociales y culturales que afectan su forma de aprender, relacionarse y comportarse. Las enseñanzas implícitas son las que emergen de la interacción entre los alumnos y los docentes, las reglas no dichas que rigen el comportamiento y las normas sociales establecidas dentro del espacio escolar. Según Jackson, estas lecciones indirectas son tan significativas como los contenidos explícitos del currículo, ya que influyen en cómo los estudiantes se desarrollan como individuos y en su capacidad para relacionarse con otros en diferentes contextos.
Un aspecto fundamental del análisis de Jackson es la relación entre los estudiantes y la figura del docente. Mientras que el maestro está encargado de transmitir conocimientos, también juega un papel crucial en la configuración de las relaciones de poder dentro del aula. El profesor no solo transmite información, sino que también establece las expectativas sobre cómo los estudiantes deben comportarse, cómo deben interactuar entre sí y cómo deben abordar los desafíos. La estructura del aula, las normas de disciplina, las interacciones entre compañeros y los métodos de evaluación, todos ellos son ejemplos de las enseñanzas implícitas que impactan directamente en el aprendizaje social y emocional de los estudiantes.
Jackson también subraya que los estudiantes aprenden no solo de los contenidos académicos, sino también de la forma en que se gestionan las relaciones de poder, la autoridad y la cooperación dentro del aula. El maestro, al ocupar una posición jerárquica en el aula, establece un modelo de comportamiento que los estudiantes observan y, en muchos casos, internalizan. La interacción entre profesor y alumno, basada en expectativas explícitas e implícitas, enseña lecciones sobre autoridad, obediencia y autonomía. Además, las interacciones entre los propios estudiantes pueden revelar dinámicas sociales de competencia, cooperación, exclusión y apoyo, lo que también constituye un tipo de enseñanza implícita que impacta en su desarrollo personal y social.
Otro aspecto clave que Jackson aborda en su libro es el papel de la cultura escolar en la transmisión de enseñanzas implícitas. La escuela no es solo un lugar donde se imparte conocimiento académico, sino que es también un espacio social y cultural donde los estudiantes aprenden los valores, creencias y actitudes que prevalecen en la sociedad en general. A través de la interacción con sus compañeros y profesores, los estudiantes asimilan normas sobre cómo comportarse, cómo percibir a los demás y cómo entender su propio papel dentro de la comunidad. Estas lecciones culturales son a menudo invisibles y no son objeto de enseñanza explícita, pero tienen un impacto profundo en la formación de la identidad de los estudiantes.
Jackson también destaca cómo la cultura escolar está influenciada por el contexto social y político más amplio. En este sentido, la escuela actúa como un microcosmos de la sociedad, donde las lecciones implícitas sobre el poder, la cooperación y la competencia se modelan de acuerdo con las normas y expectativas que prevalecen en la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, la forma en que se distribuyen los recursos en el aula, la manera en que se gestionan los conflictos o las actitudes hacia el fracaso y el éxito son ejemplos de cómo la escuela refleja y reproduce las estructuras sociales más amplias.
En su análisis, Jackson sostiene que estas enseñanzas implícitas, aunque a menudo pasen desapercibidas, juegan un papel esencial en la educación de los estudiantes. Las lecciones no verbales que los alumnos aprenden en el aula pueden ser incluso más influyentes que el contenido académico explícito, ya que afectan directamente las actitudes y el comportamiento de los estudiantes en su vida diaria. Estas enseñanzas tienen un impacto duradero en la forma en que los estudiantes interactúan con los demás, en su visión del mundo y en su capacidad para enfrentarse a los retos de la vida.
Jackson también plantea que los educadores deben ser conscientes de estas enseñanzas implícitas y reflexionar sobre cómo las dinámicas del aula pueden influir en el aprendizaje de los estudiantes. En lugar de considerar el aula como un simple lugar de transmisión de conocimientos, los maestros deben reconocer que el entorno educativo también es un espacio donde se aprenden lecciones sociales, emocionales y culturales. Por lo tanto, los educadores tienen la responsabilidad de promover un ambiente que favorezca el desarrollo positivo de estas lecciones implícitas, como la cooperación, el respeto mutuo y la empatía.
En este sentido, Jackson propone que los docentes sean más conscientes de las estructuras de poder y las normas sociales que existen en el aula, y que busquen activamente crear un ambiente inclusivo, equitativo y respetuoso para todos los estudiantes. Al ser conscientes de estas dinámicas, los maestros pueden moldear las enseñanzas implícitas de manera positiva y asegurarse de que las lecciones que los estudiantes aprenden no sean perjudiciales para su desarrollo emocional y social. Esto implica un enfoque más holístico de la enseñanza, en el que los educadores no solo se enfocan en los contenidos académicos, sino también en las interacciones sociales y en la creación de un entorno que fomente el crecimiento personal y colectivo de los estudiantes.
En conclusión, “Enseñanzas Implícitas” de Philip W. Jackson es una obra fundamental para comprender el proceso educativo en su totalidad. Jackson nos invita a reflexionar sobre las lecciones que los estudiantes aprenden fuera del currículo formal, aquellas que surgen de las interacciones sociales, las normas y las estructuras de poder dentro del aula. A través de este enfoque, el autor resalta la importancia de reconocer que la educación no es solo un acto de transmisión de conocimientos, sino también un proceso de socialización que impacta profundamente en la formación de los estudiantes como individuos y miembros de una comunidad.
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Por ganz 1912

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