JEAN LE ROND D’ALEMBERT – Discurso Preliminar a la Enciclopedia


 El “Discurso preliminar a la Enciclopedia” de Jean Le Rond d’Alembert es un texto fundamental del siglo XVIII que expone la visión ilustrada del conocimiento y su organización. En este ensayo, d’Alembert busca justificar y fundamentar el ambicioso proyecto de recopilar y ordenar todo el saber humano disponible en su época, defendiendo la razón, la ciencia y el progreso como pilares esenciales para el desarrollo de la humanidad. La Enciclopedia, concebida como una herramienta para democratizar el conocimiento, tenía el propósito de iluminar a las personas y promover la libertad intelectual frente a los dogmas establecidos. Para d’Alembert, la difusión del saber era un acto de responsabilidad moral, una forma de contribuir al perfeccionamiento de la sociedad al romper las cadenas de la ignorancia.
D’Alembert comienza su discurso estableciendo que todas las ideas provienen de las sensaciones, que son la base de nuestro conocimiento. A partir de la experiencia sensible, los seres humanos construyen representaciones del mundo que, a través de la memoria, la razón y la imaginación, se transforman en las diversas áreas del saber. La memoria da origen a la historia, la razón a la filosofía y la imaginación a las bellas artes, formando así las grandes ramas del conocimiento humano. Esta clasificación no es arbitraria, sino que responde a la naturaleza misma de la mente humana y a los procesos a través de los cuales asimilamos la realidad. Esta estructura del saber no solo organiza el conocimiento existente, sino que también traza un mapa conceptual que facilita la exploración de nuevas ideas y descubrimientos.
El autor resalta la importancia de simplificar los principios científicos para hacerlos más fecundos y accesibles. Sostiene que solo al reducir los elementos fundamentales de una disciplina a sus componentes esenciales es posible comprender sus relaciones internas y aplicarlas de manera productiva. Esta búsqueda de simplicidad y claridad refleja el espíritu cartesiano que influye en d’Alembert, quien considera que la ciencia debe ser un instrumento de emancipación intelectual. La matemática, por ejemplo, es vista como el lenguaje universal que permite descifrar los secretos de la naturaleza, un medio para traducir el orden cósmico a términos comprensibles para la mente humana. Así, la ciencia no solo es un compendio de verdades, sino un camino para comprender nuestra posición en el universo.
En su relato sobre la historia del conocimiento, d’Alembert describe cómo las civilizaciones han contribuido al avance del saber a lo largo del tiempo. Destaca figuras clave como René Descartes, cuya introducción de la geometría analítica representa un hito en la articulación entre las matemáticas y la física. Asimismo, menciona a Francis Bacon por su método inductivo, que revolucionó la investigación científica al proponer que la observación y la experimentación debían guiar la formulación de teorías. También hace referencia a Isaac Newton, cuya obra sintetizó las leyes del movimiento y la gravitación universal, estableciendo un paradigma científico que transformaría para siempre la física y la cosmología. Estos pensadores encarnaban el ideal ilustrado de la razón como herramienta para desentrañar los misterios del mundo, mostrando que el progreso intelectual es un esfuerzo colectivo construido a lo largo de generaciones.
D’Alembert observa que el conocimiento no progresa de manera lineal, sino que avanza a través de rupturas y momentos de aceleración intelectual. Reconoce que ciertos períodos históricos, como el Renacimiento o su propio siglo, se caracterizan por una explosión de descubrimientos y reflexiones que transforman profundamente la manera en que la humanidad comprende la naturaleza y a sí misma. Para él, la Enciclopedia es tanto un testimonio de ese progreso como un instrumento para impulsarlo aún más, un proyecto que no solo preserva el conocimiento existente, sino que también estimula la reflexión y la crítica continua. La Enciclopedia se convierte así en un símbolo de la voluntad humana por trascender sus limitaciones y buscar incansablemente la verdad.
El autor sostiene que todas las disciplinas están interconectadas y que el conocimiento humano forma un gran sistema orgánico, similar a un árbol en el que las ramas crecen a partir de un tronco común. Esta metáfora del árbol del conocimiento ilustra la idea de que las distintas ciencias y artes no son compartimentos estancos, sino que se nutren mutuamente, enriqueciendo sus respectivos campos de estudio mediante la interacción y el diálogo. La filosofía, por ejemplo, se alimenta de los hallazgos científicos, al tiempo que proporciona el marco conceptual necesario para interpretar esos descubrimientos y situarlos en un contexto más amplio. Esta interdependencia refleja la convicción de d’Alembert de que la búsqueda del saber es un esfuerzo colaborativo, en el que cada avance ilumina múltiples áreas del conocimiento.
El “Discurso preliminar” también defiende la libertad de pensamiento y la necesidad de cuestionar las autoridades tradicionales. D’Alembert critica las restricciones impuestas por la religión y la política sobre la investigación intelectual, argumentando que la verdadera virtud reside en la búsqueda sincera de la verdad. Esta postura refleja la esencia del pensamiento ilustrado, que abogaba por el poder transformador de la razón para liberar a la humanidad de la ignorancia y la superstición. En este sentido, la Enciclopedia no solo era un compendio de saberes, sino también un acto de resistencia contra la censura y un llamado a la emancipación intelectual. La crítica al dogmatismo y la reivindicación del pensamiento libre constituyen el núcleo del proyecto enciclopedista, que aspiraba a crear una sociedad más justa a través de la educación y la divulgación.
En suma, el texto de d’Alembert es un manifiesto a favor del conocimiento como herramienta de emancipación y progreso. Su defensa de la ciencia, la razón y la interconexión de los saberes establece las bases conceptuales de la Enciclopedia y cristaliza las aspiraciones de la Ilustración: crear un mundo en el que la luz del entendimiento disipe las sombras de la ignorancia y en el que cada avance intelectual contribuya al bienestar colectivo. Con su “Discurso preliminar”, d’Alembert nos lega una reflexión atemporal sobre la importancia del conocimiento y la necesidad de seguir explorando los confines de la comprensión humana con valentía y curiosidad infinita. La obra nos invita a reconocer el valor del pensamiento libre y a asumir la responsabilidad de continuar expandiendo los horizontes del saber, con la convicción de que cada pequeño descubrimiento puede ser la semilla de una transformación futura. Este legado nos recuerda que la búsqueda del conocimiento es, en última instancia, un compromiso con la humanidad misma y con su capacidad de imaginar un porvenir más luminoso y libre.

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Por ganz 1912

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