“Transmodernidad” de Rosa María Rodríguez Magda es un texto fundamental dentro de la filosofía contemporánea que busca dar cuenta de una categoría crítica y explicativa para comprender el mundo actual. El libro se inscribe en la reflexión sobre el tránsito histórico y cultural que sucede a la modernidad y al posmodernismo, planteando la necesidad de pensar una nueva condición que dé cuenta de los cambios sociales, políticos, tecnológicos y culturales que definen nuestro tiempo.
Rodríguez Magda propone la categoría de transmodernidad no como un mero concepto más dentro del debate teórico, sino como una herramienta para articular la complejidad del presente. Mientras la modernidad se caracterizó por la confianza en el progreso, la razón y la universalidad, y la posmodernidad por el escepticismo frente a esos grandes relatos, la transmodernidad se presenta como una instancia superadora, capaz de asumir las tensiones, contradicciones y multiplicidades de la contemporaneidad.
El punto de partida de “Transmodernidad” es la conciencia de que vivimos en una era marcada por la globalización. Este fenómeno, que se expresa tanto en la economía como en la cultura, en la política y en la vida cotidiana, no puede ser interpretado adecuadamente desde los marcos teóricos de la modernidad o de la posmodernidad. La autora insiste en que la transmodernidad es el nombre de nuestra época, un tiempo de interconexiones aceleradas, de hibridez cultural y de nuevas formas de poder que requieren ser comprendidas en sus propios términos.
Uno de los aportes más significativos de Rodríguez Magda en “Transmodernidad” es la idea de lo trans como categoría central. Lo trans no significa mera transición, sino transversalidad, cruce y simultaneidad. La transmodernidad no niega la modernidad ni la posmodernidad, sino que las incluye, las resignifica y las pone en diálogo. Así, el prefijo trans expresa la condición de un tiempo en el que conviven discursos aparentemente contradictorios: la racionalidad científica con la proliferación de discursos pseudocientíficos, el cosmopolitismo con los nacionalismos, la hiperconexión global con el repliegue identitario.
El análisis de la tecnología ocupa un lugar clave en el libro. “Transmodernidad” sostiene que la revolución digital y el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación marcan un antes y un después en la historia de la humanidad. Internet, las redes sociales, la inteligencia artificial y la biotecnología han transformado no solo las formas de producción y consumo, sino también la manera en que los sujetos se relacionan, se perciben y construyen identidad. La autora subraya que la transmodernidad es, en gran medida, una era tecnológica que redefine categorías como espacio, tiempo, cuerpo y poder.
Asimismo, Rodríguez Magda aborda las transformaciones en el campo político. En “Transmodernidad” se analiza cómo los Estados-nación tradicionales han perdido parte de su soberanía frente a los poderes transnacionales de las corporaciones y organismos internacionales, al mismo tiempo que resurgen movimientos populistas y nacionalistas que cuestionan la globalización. Esta paradoja refleja la tensión propia de la transmodernidad: una realidad en la que coexisten fuerzas centrífugas y centrípetas, integración y fragmentación, universalismo y particularismo.
La dimensión cultural también es examinada con profundidad. “Transmodernidad” muestra cómo los procesos de hibridación cultural han generado nuevas formas de arte, literatura y pensamiento que desbordan los marcos nacionales y disciplinarios. La circulación global de imágenes, estilos y narrativas configura un espacio cultural transnacional en el que lo local se reinterpreta y se mezcla con lo global. Al mismo tiempo, surgen debates sobre la autenticidad, la apropiación cultural y la preservación de identidades en riesgo de homogeneización.
Uno de los capítulos más sugestivos del libro se centra en la condición del sujeto en la transmodernidad. Rodríguez Magda sostiene que el sujeto transmoderno se caracteriza por la fragmentación, la multiplicidad y la conectividad. Frente al sujeto racional autónomo de la modernidad y al sujeto desconstruido de la posmodernidad, el sujeto transmoderno es un ser en red, que habita simultáneamente múltiples espacios, identidades y temporalidades. Este sujeto no es ni plenamente soberano ni completamente disuelto, sino que se configura en la intersección de discursos, tecnologías y relaciones de poder.
“Transmodernidad” también plantea una reflexión crítica sobre la ética y la política. La autora cuestiona cómo pensar valores universales en un mundo atravesado por la diversidad cultural y por la globalización económica. Frente al relativismo posmoderno y al universalismo abstracto de la modernidad, la transmodernidad propone una ética situada, consciente de las diferencias, pero también comprometida con principios que permitan la convivencia global. La justicia social, los derechos humanos, la sostenibilidad ambiental y la equidad de género aparecen como desafíos que no pueden ser eludidos en este contexto.
Un elemento importante del libro es la revisión de las categorías filosóficas tradicionales. “Transmodernidad” analiza cómo conceptos como verdad, realidad, tiempo o ser se transforman en este nuevo horizonte. La proliferación de realidades virtuales, la manipulación genética o la inteligencia artificial obligan a replantear nociones que parecían estables. La autora sugiere que la filosofía debe actualizarse para poder pensar lo inédito de nuestro presente, sin caer en nostalgias ni en negaciones simplistas.
Rodríguez Magda no solo desarrolla la categoría de transmodernidad, sino que la aplica a casos concretos. Examina, por ejemplo, cómo los fenómenos migratorios muestran la tensión entre lo global y lo local, cómo las redes sociales configuran nuevas formas de comunidad y de poder, y cómo la economía global genera al mismo tiempo riqueza concentrada y pobreza estructural. “Transmodernidad” es, en este sentido, un libro que conecta teoría y realidad, pensamiento abstracto y problemas concretos.
Desde una perspectiva crítica, puede decirse que “Transmodernidad” se diferencia de otras propuestas que han intentado nombrar la condición contemporánea, como la hipermodernidad, la sobremodernidad o la posposmodernidad. La autora argumenta que su categoría es más abarcadora porque reconoce la continuidad con etapas anteriores y porque destaca el carácter transversal y simultáneo de los fenómenos actuales. No se trata de un mero después de lo posmoderno, sino de un modo de ser histórico que asume su legado y lo transforma.
El estilo de escritura del libro combina claridad expositiva con densidad conceptual. Rodríguez Magda logra presentar ideas complejas de manera accesible, sin sacrificar precisión ni rigor. “Transmodernidad” está dirigido tanto a especialistas en filosofía y ciencias sociales como a lectores interesados en comprender el presente más allá de los clichés mediáticos. Esa capacidad de abrir el debate a un público amplio es uno de los méritos del texto.
En cuanto a su recepción, “Transmodernidad” se ha convertido en una referencia ineludible en debates filosóficos y culturales contemporáneos. Su categoría ha sido retomada en campos tan diversos como la educación, la política, la comunicación y el arte. Esto muestra la fecundidad de una propuesta que no se limita al ámbito estrictamente filosófico, sino que ofrece un marco interpretativo para múltiples disciplinas.
“Transmodernidad” de Rosa María Rodríguez Magda es una obra clave para pensar la época actual. Su propuesta conceptual permite comprender la complejidad de un mundo atravesado por la globalización, la tecnología, la diversidad cultural y las tensiones políticas contemporáneas. Más allá de sus posibles limitaciones, el libro ofrece un marco potente y sugerente para interpretar la realidad y para orientar la reflexión crítica sobre el presente y el futuro.
Se trata de un texto indispensable para quienes buscan ir más allá de los diagnósticos simplistas y entender la densidad del mundo que habitamos. Con “Transmodernidad”, Rodríguez Magda no solo ofrece una categoría analítica, sino también una invitación a repensar la filosofía y las ciencias sociales desde la conciencia de que vivimos en un tiempo de transición, cruce y simultaneidad.