ANA SACRISTÁN [Compiladora] – Sociedad del Conocimiento, Tecnología y Educación

En “Sociedad del Conocimiento, Tecnología y Educación”, compilado por Ana Sacristán, se reúnen trabajos de diversos autores que exploran cómo la irrupción de la tecnología y el conocimiento están transformando la educación. El volumen parte de la idea de que vivimos en una época caracterizada por una creciente centralidad de la información y el conocimiento en la vida social, económica y cultural. En este sentido, la educación se enfrenta al desafío de preparar ciudadanos capaces de desarrollarse en una sociedad del conocimiento, donde el acceso rápido a la información y la interconexión tecnológica redefinen los procesos de enseñanza y aprendizaje.
El libro comienza con una reflexión crítica sobre el concepto de sociedad del conocimiento, proponiendo que no basta con tener acceso a informaciones nuevas, sino que es necesario convertir el conocimiento en práctica social y educativa. Se cuestiona la idea de que basta con introducir tecnología en las aulas para modernizar la enseñanza, y se alerta sobre los riesgos de reproducir desigualdades si no se cuestionan las lógicas de poder y el modelo económico que subyace en estas transformaciones.
Uno de los ejes centrales es la revisión de los nuevos roles del docente y el alumno. En la sociedad del conocimiento, el docente deja de ser transmisor de contenidos para convertirse en guía, facilitador y diseñador de escenarios de aprendizaje. El alumno, a su vez, no es un receptor pasivo, sino un agente activo que investiga, colabora, crea, y construye significados, apoyado por recursos digitales. Esta nueva relación implica una pedagogía más dialógica, basada en retos, en proyectos colaborativos y en la gestión crítica de la información.
Varios capítulos abordan las oportunidades y desafíos de las tecnologías digitales en entornos educativos diversos. Se discuten herramientas como las plataformas de aprendizaje en línea, los entornos virtuales, los recursos multimedia, los espacios colaborativos y las redes sociales. A través de ejemplos prácticos, los autores muestran cómo estas herramientas pueden enriquecer la experiencia de aprendizaje, promover la creatividad, flexibilizar los tiempos y adaptarse a los ritmos individuales. Pero también advierten sobre los problemas que emergen: la brecha digital, la falta de formación del profesorado, la sobreexposición a estímulos, la superficialidad de la información, el mercantilismo educativo y la extracción de datos personales.
Otro tema amplio es la evaluación en la sociedad del conocimiento. Los autores cuestionan los modelos tradicionales basados en exámenes estandarizados y notas numéricas. Proponen, en cambio, evaluaciones diversas y formativas, centradas en el proceso, en la gestión de proyectos, en la autoevaluación y la coevaluación. La idea es desarrollar competencias reales: pensamiento crítico, resolución de problemas, trabajo en equipo, creatividad y autonomía. Se plantea también la necesidad de explorar criterios cualitativos y portafolios digitales como herramientas más coherentes con un aprendizaje situado.
El libro dedica un espacio importante a los temas de inclusión y equidad. En un contexto donde el acceso a la tecnología no es universal, la digitalización puede profundizar desigualdades existentes. Sin embargo, se exponen experiencias exitosas en las que se han creado redes comunitarias, se ha facilitado el acceso en zonas rurales o en contextos desfavorecidos, y se han diseñado recursos digitales adaptados a estudiantes con necesidades educativas especiales. La conclusión es que la tecnología puede ampliar la justicia educativa, siempre que se implemente de manera consciente y con políticas públicas comprometidas.
La compilación también explora los cambios organizativos que impulsan una nueva forma de entender la gestión escolar. Se apuesta por modelos más flexibles, horizontales y adaptativos, donde la colaboración, la experimentación y la autonomía institucional sean centrales. Las escuelas se presentan como entornos orgánicos, vinculados con la comunidad, abiertas al exterior, con espacios de aprendizaje variados que combinan lo presencial y lo virtual. Esto exige un rediseño de los roles de directivos, tutores, familias y agentes sociales, pensando la educación como tarea colectiva.
Una línea de análisis sostiene que la educación debe contribuir a la formación de ciudadanos digitales responsables. En este sentido, se abordan cuestiones éticas relacionadas con la privacidad, el derecho al olvido, la huella digital, el ciberbullying, la identidad online y las fake news. El libro afirma que educar en alfabetización digital no significa solo saber usar herramientas, sino cultivar valores y competencias que permitan desenvolverse de manera crítica, segura y ética en la red.
El volumen también reflexiona sobre el impacto de la inteligencia artificial y la automatización en la educación. Se discuten desde los sistemas de recomendación educativa y los tutores virtuales, hasta las plataformas adaptativas que utilizan algoritmos para personalizar contenidos y rutas de aprendizaje. Se plantea un debate profundo sobre cómo estas tecnologías pueden apoyar, pero no reemplazar la dimensión humana de la educación. Los autores piden precaución frente a la idea de que los sistemas automatizados pueden sustituir la reflexión, el juicio moral o la empatía, cualidades centrales en el acto educativo.
En paralelo, se propone un enfoque epistemológico que considera que el conocimiento no existe fuera de los contextos donde se produce y se utiliza. En consecuencia, la pedagogía de la sociedad del conocimiento debe basarse en experiencias auténticas, problemas reales y proyectos que vinculen las diferentes disciplinas. Del mismo modo, propone una integración curricular donde las fronteras tradicionales entre asignaturas se desdibujan, permitiendo trabajos interdisciplinares y actividades que conectan las ciencias, humanidades, tecnología y arte.
Un bloque significativo del libro se dedica a los cambios en la formación de los docentes. Se defiende una formación permanente, colaborativa y situada, que favorezca redes de aprendizaje profesional, comunidades de práctica y grupos de investigación-acción. Se insiste en la idea de que el docente debe formarse como investigador de su propio aula, capaz de analizar sus prácticas, evaluar resultados, experimentar innovaciones y compartir reflexiones con colegas. De esta manera, se promueve una profesionalidad basada en la responsabilidad, la reflexión y la comunidad.
Otro aspecto explorado es el rol de las universidades en el contexto de la sociedad del conocimiento. Se plantea que estas instituciones deben asumir una función pública, alineando docencia, investigación y extensión. Se trata de un modelo que trasciende la transmisión de saberes, y que acompaña procesos formativos que integren el trabajo colectivo, la innovación local, la internacionalización y la transferencia social. Las universidades surgen así como laboratorios para nuevas formas de conocimiento y agentes activos en procesos de transformación educativa.
Hacia el final del libro, se reflexiona sobre los desafíos ético-políticos que trae la sociedad del conocimiento. Se pone en cuestión una visión tecnocrática o neoliberal que se basa en la idea de eficiencia, competitividad, ranking y mercado. En cambio, se propone una visión democrática, democrática y pluralista, donde el conocimiento se entiende como derecho, bien común y práctica social. La educación, en este marco, aparece como un pilar de la justicia social, la democracia participativa y la sostenibilidad cultural.
El epílogo del libro plantea que vivimos en una encrucijada: la tecnología puede convertirse en una herramienta de emancipación o en un factor de control y homogeneización. El futuro de la educación dependerá de la capacidad colectiva para construir una sociedad del conocimiento justa, plural y respetuosa de la diversidad. Se concluye que la única manera de lograrlo es mediante una educación comprometida con los valores democráticos, sensible a las asimetrías de poder y abierta a la innovación crítica y ética.

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Por ganz 1912

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