“Etnografía: Métodos de investigación”, escrito por Martyn Hammersley y Paul Atkinson, es una obra fundamental dentro del campo de las ciencias sociales, particularmente en lo que respecta al enfoque cualitativo de investigación. Este libro, que ha sido considerado un texto de referencia para investigadores y estudiantes por igual, ofrece una visión amplia, crítica y meticulosa de la práctica etnográfica, no solo desde el punto de vista metodológico, sino también epistemológico. Hammersley y Atkinson no se limitan a ofrecer un manual técnico; su propuesta va más allá, exponiendo las complejidades, dilemas y posibilidades de la etnografía como forma de conocimiento.
La obra parte de una concepción de la etnografía como un proceso flexible, adaptativo y profundamente reflexivo. En este sentido, los autores rechazan la idea de que la investigación etnográfica deba seguir un conjunto rígido de procedimientos. Por el contrario, insisten en que se trata de una práctica interpretativa y situada, donde el investigador está inmerso en un mundo social y actúa como un observador participante que interpreta significados, acciones y relaciones desde dentro. Esta inmersión prolongada en el campo, la participación activa en las actividades del grupo estudiado y la observación sistemática de sus interacciones son pilares fundamentales del enfoque propuesto por los autores.
Uno de los principales aportes del libro es su abordaje crítico del concepto de objetividad en la investigación social. Hammersley y Atkinson desafían la idea positivista de que el investigador puede, o debe, situarse en una posición neutral y completamente objetiva frente a su objeto de estudio. En su lugar, argumentan que todo conocimiento etnográfico es inevitablemente construido a partir de la interacción entre el investigador y los actores sociales. En este sentido, la etnografía no proporciona una descripción literal de una realidad social dada, sino una representación interpretativa que debe ser evaluada en función de su plausibilidad, coherencia y utilidad analítica. Este enfoque implica una fuerte conciencia reflexiva por parte del investigador, quien debe examinar constantemente sus propias suposiciones, perspectivas y el impacto de su presencia en el campo.
El texto dedica también un espacio considerable a discutir las diversas técnicas utilizadas en el trabajo de campo etnográfico. La observación participante, el registro de notas de campo, las entrevistas en profundidad, el análisis de documentos y la recolección de materiales visuales son abordados con detalle. Sin embargo, los autores insisten en que estas herramientas no deben considerarse de forma aislada ni aplicarse de manera mecánica. Más bien, deben ser empleadas con sensibilidad teórica y metodológica, adaptándose a las particularidades del contexto investigado y al propósito analítico del estudio. Esta postura subraya la importancia de la creatividad y la capacidad de improvisación del etnógrafo, así como la necesidad de mantener una actitud abierta y receptiva ante lo inesperado.
Otro eje central del libro es el análisis de los datos cualitativos. Lejos de proponer un conjunto de reglas fijas para el tratamiento del material recolectado, Hammersley y Atkinson abogan por un enfoque inductivo, en el que los conceptos y categorías analíticas emergen del contacto prolongado con los datos. El análisis, según los autores, debe ser un proceso continuo que se inicia desde el comienzo mismo del trabajo de campo y se prolonga durante toda la escritura del informe. Esta integración del análisis con la recogida de datos permite una constante reformulación de hipótesis y enfoques, favoreciendo una comprensión más profunda y matizada del fenómeno estudiado. Asimismo, los autores advierten sobre los riesgos de sobreinterpretar los datos o de imponer marcos teóricos ajenos al contexto específico, lo cual puede distorsionar el sentido de las prácticas sociales observadas.
La escritura etnográfica, otro de los temas fundamentales del libro, es abordada como parte integral del proceso de investigación. Hammersley y Atkinson subrayan que todo informe etnográfico es una construcción narrativa, donde el autor toma decisiones sobre qué incluir, cómo organizar la información y qué voces hacer visibles. La presentación del conocimiento etnográfico no es una mera transcripción de lo observado, sino una elaboración que involucra una dimensión estética, retórica y política. En este sentido, los autores invitan a los investigadores a ser conscientes de los efectos de su escritura y del modo en que esta contribuye a la producción de representaciones sociales. También discuten los dilemas éticos que surgen en este punto, especialmente en relación con la confidencialidad, el consentimiento informado y el respeto a las personas estudiadas.
Una dimensión destacable del libro es su tratamiento de las cuestiones éticas en la investigación etnográfica. Los autores enfatizan que, debido a la cercanía entre investigador y participantes, la etnografía está especialmente expuesta a tensiones éticas que deben ser gestionadas con responsabilidad y sensibilidad. Estas tensiones no se resuelven mediante la aplicación automática de reglas normativas, sino que requieren juicios situados y una reflexión constante sobre las implicaciones morales de cada decisión. La ética, por tanto, no es un apéndice del método, sino un componente constitutivo del proceso de investigación, que atraviesa todas sus etapas.
A lo largo del libro, Hammersley y Atkinson también dialogan con una amplia variedad de tradiciones teóricas, desde la fenomenología y la hermenéutica hasta el interaccionismo simbólico y el constructivismo. Este enfoque ecléctico permite enriquecer la comprensión del trabajo etnográfico y mostrar su relevancia en diversos campos, como la educación, la antropología, la sociología, la medicina o los estudios culturales. Al mismo tiempo, los autores mantienen una posición crítica frente a los excesos de ciertas corrientes posmodernas, que tienden a disolver la noción de verdad o a despreciar la sistematicidad del trabajo empírico. En su lugar, proponen una visión equilibrada, en la que el rigor metodológico convive con la sensibilidad interpretativa.
En conclusión, “Etnografía: Métodos de investigación” es una obra esencial para quienes buscan comprender la etnografía más allá de su dimensión técnica, como una forma de conocimiento profundamente implicada en la vida social. Hammersley y Atkinson logran ofrecer una guía rigurosa y reflexiva, que combina la experiencia práctica con una aguda conciencia crítica sobre los fundamentos epistemológicos del método cualitativo. Lejos de presentar recetas, el libro plantea preguntas, expone tensiones y ofrece herramientas para navegar los desafíos del trabajo de campo y del análisis. Su propuesta es, en última instancia, una invitación a practicar la etnografía como una forma comprometida de entender el mundo, abierta al asombro, a la duda y a la complejidad de lo humano. Esta obra no sólo aporta al conocimiento académico, sino que también enriquece la mirada del investigador sobre su propio papel en la producción de sentido dentro de la investigación social.
MARTYN HAMMERSLEY & PAUL ATKINSON – Etnografía (Métodos de Investigación)
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Es una interesante aporte para el aprendizaje continua. Saludos cordiales.