“Repensando la educación comparada: Lecturas desde Iberoamérica (Entre los viajeros del siglo XIX y la globalización)”, editado por Guillermo Ramón Ruiz y Felicitas Acosta, es una obra colectiva que articula diversas miradas críticas sobre el campo de la educación comparada, con énfasis en el contexto histórico, político y cultural de Iberoamérica. Este volumen no es un simple manual ni un compendio técnico; es una intervención conceptual y epistemológica que busca revisar las bases sobre las cuales se ha construido esta disciplina, al tiempo que propone alternativas metodológicas y teóricas para su renovación. La propuesta central gira en torno a la descolonización del saber educativo comparado, a partir de una lectura situada, plural y crítica.
Uno de los aspectos más destacables de esta obra es su carácter coral: está compuesta por capítulos escritos por investigadores y docentes de diversos países iberoamericanos, cuyas trayectorias académicas y enfoques teóricos enriquecen la discusión y aportan matices a una reflexión que no se deja capturar por una única voz. Lejos de configurar un texto homogéneo o lineal, los editores proponen un recorrido abierto que permite al lector enfrentarse a diversas formas de problematizar la comparación educativa. De este modo, se construye una polifonía de perspectivas que, sin perder el hilo conductor del proyecto general, resisten la tentación de la simplificación o la homogeneización.
La obra se estructura en torno a dos grandes ejes temáticos. Por un lado, se aborda la dimensión histórica de la educación comparada, en particular su emergencia y consolidación en el siglo XIX a través de la figura del viajero. Se revisan los trayectos de intelectuales y pedagogos que, al desplazarse por Europa o Estados Unidos, recolectaban experiencias educativas que luego intentaban aplicar, traducir o adaptar a los contextos nacionales latinoamericanos. En esta sección se analiza cómo estas prácticas de observación y transferencia no fueron neutras, sino que respondieron a matrices ideológicas, culturales y políticas específicas. La figura del viajero aparece, entonces, como un agente central en los procesos de modernización educativa, pero también como un mediador cargado de tensiones, entre lo propio y lo ajeno, entre lo nacional y lo extranjero, entre lo que se quiere imitar y lo que se rechaza.
Por otro lado, el libro se concentra en la crítica contemporánea al modelo dominante de educación comparada, en especial aquel vinculado a organismos internacionales como la OCDE o el Banco Mundial. Los autores de esta sección muestran cómo el auge de los indicadores estandarizados, las pruebas internacionales y los rankings globales ha transformado la lógica del campo comparativo, privilegiando una perspectiva cuantitativista y tecnocrática que ignora las complejidades culturales e históricas de los sistemas educativos. Se denuncia aquí la imposición de una lógica global homogeneizante que reduce la diversidad educativa a una tabla de posiciones. Frente a esta tendencia, el libro propone una comparación más cualitativa, interpretativa y situada, que permita comprender las especificidades locales sin caer en el relativismo ni en el exotismo.
Un tema transversal a lo largo de toda la obra es el cuestionamiento a la noción de neutralidad en la práctica comparativa. Lejos de considerar la comparación como una operación técnica o meramente descriptiva, los autores insisten en que toda comparación es una construcción discursiva, una forma de lectura, una elección política. Comparar no es simplemente poner en paralelo dos o más sistemas educativos: es decidir qué se compara, desde qué lugar, con qué finalidad y utilizando qué categorías. En este sentido, el libro invita a asumir una actitud reflexiva y autocrítica, que reconozca los supuestos epistemológicos que subyacen a toda práctica comparativa y que evite la reproducción inconsciente de marcos dominantes.
Otro de los aportes relevantes del libro es su discusión en torno al lenguaje y la traducción en el campo de la educación comparada. Varios capítulos abordan el problema de cómo se traducen —en el sentido más amplio del término— conceptos, modelos y políticas educativas entre diferentes contextos culturales y lingüísticos. Se señala que las categorías que se utilizan para comparar no son neutras, sino que están cargadas de sentidos históricos y culturales. Por ejemplo, términos como “calidad”, “eficiencia”, “rendimiento” o “equidad” pueden tener significados muy distintos según el país o la tradición educativa desde donde se los mire. De esta forma, el libro llama la atención sobre el riesgo de universalizar categorías sin tener en cuenta sus raíces contextuales y las tensiones que genera su aplicación en entornos diferentes a aquellos en los que fueron concebidas.
La obra también pone en diálogo el campo de la educación comparada con otros saberes y disciplinas, como la historia intelectual, la antropología, la filosofía política o los estudios culturales. Este diálogo interdisciplinario enriquece la reflexión y permite abordar los problemas educativos desde una perspectiva más amplia, que no se limita a lo institucional o lo escolar. Así, el libro invita a pensar la educación comparada no como una disciplina cerrada en sí misma, sino como un campo transdisciplinario en el que se cruzan saberes, lenguajes y prácticas diversas. Esta apertura permite incorporar voces históricamente marginadas, recuperar saberes locales y abrir la comparación a nuevas formas de narrar, interpretar y construir conocimiento.
Otro eje fundamental que atraviesa el volumen es la crítica a los procesos de globalización educativa y la homogeneización curricular promovida por organismos multilaterales. Se analiza cómo estas dinámicas generan una suerte de “gramática global” de la educación, que tiende a replicar modelos hegemónicos sin considerar las particularidades culturales, sociales y políticas de cada contexto. En este punto, el libro no se limita a denunciar la imposición de estos modelos, sino que propone estrategias concretas para resistirlos: desde el fortalecimiento de los saberes situados hasta la recuperación de experiencias educativas alternativas que escapan a la lógica de la eficiencia y el rendimiento.
En sus capítulos finales, el libro también aborda cuestiones vinculadas a la internacionalización de la educación superior, la circulación de saberes en redes académicas globalizadas, y el papel que juegan las universidades en la producción y validación de conocimientos comparativos. Se destaca cómo muchas veces estas redes reproducen asimetrías epistemológicas, donde los centros del saber —generalmente ubicados en el norte global— imponen marcos teóricos, criterios de evaluación y formas de legitimación que excluyen o subordinan otras formas de conocimiento. Frente a esto, el libro propone una visión más democrática de la producción académica, que promueva el diálogo horizontal entre investigadores de diferentes regiones y fomente la creación de redes de cooperación sur-sur.
En definitiva, “Repensando la educación comparada” es una obra fundamental para quienes buscan comprender críticamente el campo de los estudios comparativos en educación. Con una mirada profundamente comprometida, los editores y autores que participan en este volumen logran construir una propuesta teórica y metodológica que desafía las formas dominantes de pensar la comparación educativa, al tiempo que abre caminos para imaginar nuevas formas de conocer, de enseñar y de aprender. Lejos de ofrecer recetas o modelos cerrados, el libro invita al lector a participar activamente en la tarea de repensar la educación desde una perspectiva crítica, plural y situada. En un contexto marcado por la estandarización, la competencia y la homogenización, este volumen nos recuerda que comparar no es repetir, sino interpretar; no es copiar, sino dialogar; no es medir, sino comprender.
GUILLERMO RAMÓN RUIZ & FELICITAS ACOSTA [Editores] – Repensando la Educación Comparada: Lecturas desde Iberoamérica (Entre los Viajeros del Siglo XIX y la Globalización)
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