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Orientaciones Metodológicas para la Investigación-Acción

ELIZABETH EVANS RISCO – Orientaciones Metodológicas para la Investigación-Acción (Propuesta para la Mejora de la Práctica Pedagógica)

El libro “Orientaciones Metodológicas para la Investigación-Acción (Propuesta para la Mejora de la Práctica Pedagógica)” de Elizabeth Evans Risco es una obra dirigida a educadores, investigadores y profesionales interesados en la mejora continua de la práctica pedagógica a través de la investigación-acción. En este texto, la autora propone un enfoque metodológico específico para integrar la reflexión y la acción en el contexto educativo, de manera que los docentes puedan analizar, reflexionar y modificar sus prácticas a fin de mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. La investigación-acción, como metodología de intervención y reflexión, permite a los educadores ser agentes activos en el proceso de transformación educativa.
A lo largo del libro, Evans Risco presenta la investigación-acción como una estrategia que no solo involucra la observación y el análisis de las prácticas pedagógicas, sino que también busca generar cambios concretos en el aula. Este enfoque permite a los docentes identificar problemas, reflexionar sobre ellos, y desarrollar soluciones de manera participativa, lo que favorece la innovación educativa y la mejora de la calidad del aprendizaje. La autora subraya que la investigación-acción debe ser entendida como un proceso cíclico y reflexivo en el que los docentes toman conciencia de las necesidades de los estudiantes, las dinámicas del aula y los posibles cambios a implementar.
En el primer capítulo, Evans Risco ofrece una introducción a la investigación-acción, explicando sus principios fundamentales y su relevancia dentro del campo educativo. La investigación-acción es presentada como una herramienta que permite transformar la enseñanza mediante un proceso de reflexión crítica y participación activa. Se destaca que la principal característica de esta metodología es su enfoque en la práctica, lo que permite a los educadores abordar de manera directa los desafíos que enfrentan en su labor diaria. La autora también menciona la importancia de la participación de todos los actores educativos, incluidos los estudiantes, en el proceso de investigación-acción, ya que ello fomenta un ambiente de colaboración y de aprendizaje compartido.
En el siguiente apartado, el libro profundiza en las fases que conforman el proceso de investigación-acción. Evans Risco describe con detalle las diferentes etapas: la planificación, la acción, la observación y la reflexión. Cada una de estas fases tiene un objetivo claro y, juntas, conforman un ciclo continuo que permite a los docentes ajustar y mejorar sus prácticas pedagógicas. En la fase de planificación, los educadores identifican el problema a investigar, establecen los objetivos y diseñan el plan de acción. Posteriormente, en la fase de acción, implementan las estrategias que consideran adecuadas para abordar el problema. En la fase de observación, se recogen los datos y se analiza el impacto de las intervenciones. Finalmente, en la fase de reflexión, los docentes evalúan los resultados obtenidos y planifican nuevos ajustes y acciones para seguir mejorando la práctica pedagógica.
El enfoque propuesto por la autora también enfatiza la importancia de la retroalimentación constante durante todo el proceso. El trabajo colaborativo con otros docentes, así como el involucramiento de los estudiantes, se considera esencial para la mejora continua. Evans Risco argumenta que, al ser los propios docentes quienes identifican las áreas de mejora y las soluciones más pertinentes, el proceso de investigación-acción no solo favorece el desarrollo profesional del educador, sino que también mejora el clima escolar y las relaciones dentro del aula. En este sentido, la investigación-acción no debe verse como un proceso aislado, sino como un enfoque integrador que favorece la participación activa de todos los miembros de la comunidad educativa.
A medida que avanza el libro, Evans Risco profundiza en los aspectos metodológicos y prácticos de la investigación-acción. Destaca la flexibilidad de esta metodología, que puede adaptarse a distintos contextos educativos, y subraya la necesidad de que los docentes sean creativos y críticos en la implementación de sus estrategias. La autora ofrece diversas herramientas para la recogida de datos, como entrevistas, encuestas, observaciones directas y análisis de las interacciones en el aula, que permiten a los educadores obtener una visión clara de los problemas que desean abordar. Además, hace un llamado a utilizar los resultados obtenidos durante el proceso de investigación-acción no solo para mejorar las prácticas pedagógicas, sino también para generar conocimiento y contribuir al desarrollo de nuevas estrategias educativas.
En un capítulo posterior, Evans Risco aborda los desafíos que pueden surgir al aplicar la investigación-acción en el aula. Uno de los principales obstáculos que menciona es la resistencia al cambio, tanto por parte de los docentes como de los estudiantes. En este sentido, la autora sugiere que la clave para superar estas barreras radica en la creación de un ambiente de confianza y apertura, en el que todos los actores educativos se sientan parte del proceso. También se refiere a la importancia de contar con el apoyo de la institución educativa, ya que este tipo de proyectos requiere tiempo, recursos y un compromiso claro por parte de todos los involucrados.
El libro también presenta ejemplos y casos prácticos de cómo la investigación-acción puede aplicarse en diferentes niveles educativos y en diversos contextos. A través de estos casos, la autora ilustra cómo los docentes han logrado transformar sus prácticas pedagógicas mediante el análisis y la reflexión continua. Estos ejemplos no solo muestran el potencial de la investigación-acción para mejorar el aprendizaje, sino también para fomentar la innovación educativa y el desarrollo profesional de los educadores.
Finalmente, Evans Risco concluye el libro subrayando la importancia de la investigación-acción como una herramienta clave para la mejora de la educación. Destaca que, más allá de ser una metodología de investigación, la investigación-acción es un proceso transformador que permite a los docentes y a la comunidad educativa en general reflexionar críticamente sobre sus prácticas y realizar cambios significativos. El enfoque metodológico propuesto en el libro invita a los educadores a adoptar una postura proactiva frente a los desafíos que enfrentan, utilizando la reflexión y la acción como medios para mejorar constantemente la calidad de la enseñanza.

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