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Pocas autoras del ámbito filosófico argentino han logrado como Julia V. Iribarne articular con tanta claridad conceptual una lectura a la vez fiel y original de la fenomenología husserliana. En “De la Ética a la Metafísica (En la Perspectiva del Pensamiento de Husserl)”, Iribarne emprende un camino que no busca simplemente exponer los postulados centrales del pensamiento de Edmund Husserl, sino poner en evidencia una dimensión a menudo eclipsada por los abordajes tradicionales: el tránsito interno y necesario que va desde la ética hacia la metafísica en el desarrollo maduro de su filosofía. Esta obra no es solo un comentario académico, sino una intervención rigurosa, escrita desde una profunda familiaridad con el pensamiento fenomenológico y una vocación de pensamiento que se atreve a interpelar lo más profundo del sentido.
Lejos de limitarse a una lectura cronológica de las obras de Husserl, Iribarne propone una mirada estructural que hilvana de forma coherente los momentos clave del desarrollo del autor. A su juicio, la ética no es un apéndice tardío, ni un mero proyecto inconcluso, sino un hilo subterráneo que atraviesa toda la fenomenología husserliana, desde sus primeras investigaciones hasta los textos finales. En “De la Ética a la Metafísica (En la Perspectiva del Pensamiento de Husserl)”, la autora muestra cómo esa orientación ética del pensamiento se transforma gradualmente en apertura metafísica, en un movimiento que no es accidental, sino constitutivo.
Iribarne destaca que Husserl no se limita a analizar la constitución de los objetos de conocimiento, sino que se ve progresivamente llevado a reflexionar sobre la vida misma del sujeto que conoce, desea, valora y actúa. Es en este punto donde la fenomenología, en lugar de permanecer como una teoría del conocimiento o una psicología trascendental, se convierte en una verdadera filosofía primera, que interroga la facticidad, la historicidad, el sentido del mundo y la vocación última del ser humano. En este sentido, “De la Ética a la Metafísica (En la Perspectiva del Pensamiento de Husserl)” es también una reivindicación de la fenomenología como una filosofía de la vida, que no renuncia a los más altos ideales de verdad y sentido.
La autora se apoya en textos clave como “Meditaciones Cartesianas”, “Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica”, “La Crisis de las Ciencias Europeas” y los manuscritos póstumos sobre ética y religión. Pero no se limita a una mera exégesis textual. Lo que hace de este libro una contribución original es la forma en que Iribarne pone en diálogo los conceptos, mostrando su articulación interna y su desarrollo a lo largo del pensamiento de Husserl. Así, la subjetividad trascendental no es abordada como una abstracción teórica, sino como el lugar concreto desde el cual emerge una responsabilidad ética radical.
Uno de los puntos más sugerentes del libro es la forma en que presenta la ética fenomenológica como una ética de la autenticidad. Lejos de los esquemas normativos tradicionales, esta ética se fundamenta en la experiencia originaria de valor, en la autodonación del sentido que ocurre en la vivencia subjetiva. El sujeto, en tanto sujeto ético, no está definido por un código exterior ni por reglas formales, sino por su capacidad de responder a la llamada del sentido. Esta respuesta no es una elección arbitraria, sino un acto en el que el sujeto se constituye a sí mismo como responsable. Iribarne subraya que esa responsabilidad es ineludible: cada uno se encuentra siempre ya situado en un mundo de sentido, ante otros, y frente a sí mismo.
Esta dimensión ética se transforma progresivamente, en la lectura de Iribarne, en apertura metafísica. No se trata de una metafísica tradicional, sustancialista, sino de una interrogación radical por el fundamento último del sentido. El sujeto trascendental, al encontrarse en la experiencia del valor, se enfrenta también con su propia finitud, con la contingencia de su existir y con la necesidad de un horizonte absoluto que justifique su orientación. En “De la Ética a la Metafísica (En la Perspectiva del Pensamiento de Husserl)”, esta apertura se convierte en la clave hermenéutica para comprender la última etapa del pensamiento husserliano, profundamente marcada por una inquietud por la totalidad y por una búsqueda de fundamento que ya no es meramente epistemológica.
Iribarne muestra también cómo esta apertura a lo absoluto no significa abandonar la fenomenología, sino radicalizarla. Es decir, llevarla al punto donde la fenomenología ya no solo describe lo dado, sino que interroga lo que hace posible la donación del sentido mismo. En este umbral, lo ético y lo metafísico se funden: la orientación hacia el bien y hacia la verdad es, a la vez, una apertura hacia aquello que excede todo horizonte mundano. Esta tensión entre inmanencia y trascendencia constituye uno de los núcleos más fecundos de la obra de Husserl, y es puesta en primer plano con admirable lucidez en el libro de Iribarne.
Otro aspecto notable de “De la Ética a la Metafísica (En la Perspectiva del Pensamiento de Husserl)” es el estilo con el que está escrito. A pesar de la complejidad de los temas abordados, el lenguaje es claro, sin caer nunca en simplificaciones. La autora logra exponer ideas densas con una estructura precisa, sin recurrir a tecnicismos innecesarios ni jergas oscuras. Este equilibrio entre profundidad filosófica y claridad expositiva hace del libro una lectura exigente pero profundamente gratificante, tanto para especialistas en fenomenología como para lectores interesados en la relación entre ética, subjetividad y sentido.
En suma, “De la Ética a la Metafísica (En la Perspectiva del Pensamiento de Husserl)” no solo es un aporte fundamental para la comprensión del pensamiento de Husserl, sino también una invitación a repensar la filosofía desde su vocación originaria: la búsqueda de sentido en medio de un mundo en crisis. Iribarne, con una escritura serena pero firme, restituye a la fenomenología su potencia ética y su impulso metafísico, demostrando que pensar, en el más alto sentido del término, es también comprometerse con aquello que en el fondo nos constituye y nos orienta. En tiempos donde la filosofía muchas veces se repliega sobre tecnicismos o se diluye en análisis superficiales, libros como este reafirman la posibilidad de una filosofía viva, rigurosa y transformadora.