
ROM HARRÉ & JOSÉ MIGUEL SAGÜILLO – El Movimiento Anti-Metafísico del Siglo Veinte
“El Movimiento Anti-Metafísico del Siglo Veinte”, escrito en colaboración por Rom Harré y José Miguel Sagüillo, es una obra que examina con profundidad y rigor el esfuerzo sostenido por parte de numerosos filósofos del siglo XX por desterrar la metafísica del ámbito legítimo de la filosofía. El libro traza un recorrido crítico por las distintas corrientes filosóficas que, bajo distintas formas, buscaron eliminar, reducir o transformar el papel que tradicionalmente había ocupado la metafísica en la historia del pensamiento occidental. Más que un simple repaso histórico, el texto se constituye como una reflexión analítica que pone de relieve tanto los logros como las limitaciones de ese ambicioso proyecto.
Desde las primeras páginas, los autores sitúan el nacimiento del movimiento anti-metafísico en el contexto de una crisis de confianza en las grandes construcciones especulativas del pensamiento moderno. El siglo XIX había sido testigo de desarrollos metafísicos complejos y monumentales, desde el idealismo absoluto de Hegel hasta el vitalismo de Nietzsche o el espiritualismo de Bergson. Sin embargo, la entrada al siglo XX marca un punto de inflexión, impulsado en gran medida por el avance de las ciencias naturales, la formalización de la lógica y la necesidad de establecer criterios de sentido claros y verificables. En este clima, la metafísica fue vista cada vez más como una empresa inútil, cargada de ambigüedades, pretensiones infundadas y residuos del pensamiento pre-científico.
Una de las secciones más ricas del libro se centra en el análisis del Círculo de Viena, grupo de pensadores reunidos en torno a figuras como Rudolf Carnap, Moritz Schlick y Otto Neurath, quienes defendieron el ideal del conocimiento como estructura lógica construida a partir de datos empíricos. El principio de verificación, central en su propuesta, establecía que una proposición solo tiene sentido si puede ser verificada empíricamente o si es una tautología lógica. Desde esta perspectiva, las afirmaciones metafísicas carecen de sentido, pues no pueden ser sometidas a verificación ni se ajustan a los principios de la lógica formal. Harré y Sagüillo analizan con detenimiento cómo esta postura condujo a una filosofía de corte científico, donde la claridad conceptual y la precisión lógica reemplazaron a la especulación ontológica.
Los autores también dedican especial atención a Ludwig Wittgenstein, cuya influencia en el pensamiento anti-metafísico es doble y paradójica. Por un lado, el Wittgenstein del “Tractatus Logico-Philosophicus” propone una teoría del lenguaje que impone límites estrictos a lo que puede ser dicho con sentido, estableciendo que todo aquello que excede el ámbito de los hechos del mundo es, sencillamente, inefable. Esta concepción fortaleció el rechazo a la metafísica, al considerar que sus afirmaciones traspasaban los límites del lenguaje significativo. Sin embargo, en su obra posterior, especialmente en las “Investigaciones Filosóficas”, Wittgenstein introduce una visión más pluralista del lenguaje, subrayando la diversidad de juegos lingüísticos y las múltiples funciones del habla humana. Esta evolución introdujo una autocrítica implícita al programa verificacionista y abrió la puerta a una concepción más abierta del quehacer filosófico.
Rom Harré, con su reconocida trayectoria en filosofía de la ciencia y la psicología, aporta al texto una perspectiva que no se limita a la crítica, sino que busca entender por qué la metafísica ha sido persistente a pesar de los reiterados intentos por eliminarla. Para Harré, ciertas preguntas fundamentales –sobre la identidad, la causalidad, el tiempo, la existencia o la mente– no pueden desaparecer completamente del horizonte del pensamiento racional. José Miguel Sagüillo, experto en lógica y filosofía del lenguaje, complementa este enfoque con un análisis técnico del lenguaje filosófico y las estructuras argumentativas que subyacen a los distintos intentos de reformulación. El resultado es una obra que articula lo conceptual con lo histórico, lo técnico con lo filosófico.
Además del Círculo de Viena y Wittgenstein, el libro aborda figuras como Karl Popper, quien rechazó el criterio de verificación, proponiendo en su lugar el criterio de falsación como demarcación entre ciencia y no ciencia. Aunque Popper también cuestionó la metafísica desde una postura crítica, reconoció que algunas ideas metafísicas habían tenido un papel importante en el desarrollo del pensamiento científico. Así, su posición es más matizada y no implica necesariamente una condena absoluta. También se analiza a Willard Van Orman Quine, quien cuestionó las distinciones clave del positivismo lógico –como la diferencia entre verdades analíticas y sintéticas– y propuso una visión holista del conocimiento. Para Quine, los esfuerzos por limpiar la filosofía de toda metafísica estaban, de hecho, basados en supuestos metafísicos difíciles de justificar.
Uno de los aportes más notables del libro es su revisión crítica del proyecto anti-metafísico como una forma de ortodoxia filosófica. Harré y Sagüillo advierten que, en su afán por eliminar la metafísica, muchos filósofos incurrieron en nuevas formas de dogmatismo, negando valor o legitimidad a cualquier pregunta que no encajara dentro de sus estrechos marcos teóricos. Esta actitud redujo el alcance de la filosofía y empobreció su capacidad de reflexión sobre los fundamentos últimos del pensamiento y de la experiencia. La eliminación de la metafísica, más que una liberación, podría haber sido una amputación.
Otro aspecto valioso de la obra es su capacidad para contextualizar el movimiento anti-metafísico dentro de una dinámica más amplia de secularización y cientificismo que marcó el siglo XX. En un mundo en el que la religión perdió centralidad y la ciencia adquirió un prestigio casi incuestionable, no es sorprendente que la metafísica –vinculada históricamente a la teología y a la especulación abstracta– haya sido puesta en cuestión. Sin embargo, los autores muestran que esta transformación no es absoluta ni definitiva. A pesar de todos los esfuerzos, la metafísica continúa reapareciendo, reformulada o disimulada, en nuevos contextos: en la filosofía de la mente, en la ontología contemporánea, en la epistemología estructural, o incluso en la física teórica.
La escritura del libro se caracteriza por su claridad, rigor y equilibrio. Harré y Sagüillo no adoptan una posición panfletaria ni defensiva. Su tono es más bien el de un diálogo entre perspectivas: una que ha buscado purificar la filosofía de sus elementos especulativos, y otra que reconoce el valor de las preguntas fundamentales, incluso cuando no tienen una respuesta empírica o lógica inmediata. El lector no se enfrenta aquí a una simple defensa de la metafísica, ni a una apología del positivismo, sino a un análisis detenido de los impulsos, logros, paradojas y límites del pensamiento filosófico del siglo XX.
En definitiva, “El Movimiento Anti-Metafísico del Siglo Veinte” es una obra imprescindible para todo lector interesado en comprender una de las transformaciones intelectuales más decisivas del pensamiento contemporáneo. Lejos de limitarse a un inventario de nombres o doctrinas, el libro ofrece una reflexión crítica sobre el estatuto del conocimiento filosófico, los límites del lenguaje, la función de la ciencia y el lugar que aún puede tener la metafísica en el mundo actual. A través de un enfoque erudito y accesible, Harré y Sagüillo nos invitan a repensar el papel de la filosofía, no como mera técnica lógica ni como sistema absoluto, sino como una disciplina abierta, reflexiva y en constante revisión de sus propios fundamentos. Así, más que cerrar el capítulo de la metafísica, esta obra sugiere la necesidad de seguir pensándola, con humildad crítica, desde nuevas perspectivas.
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