SUSAN HAACK – Evidencia e Investigación (Hacia una Reconstrucción en Epistemología) 

“Evidencia e Investigación (Hacia una Reconstrucción en Epistemología)” de Susan Haack es una obra que se inscribe en un territorio filosófico altamente técnico, pero cuya ambición excede los márgenes académicos: la autora se propone nada menos que repensar los fundamentos mismos del conocimiento humano. Haack, una de las voces más influyentes en la epistemología contemporánea, logra en este libro un equilibrio poco común entre rigor conceptual y claridad argumentativa. Su propuesta no es una simple reforma de la epistemología clásica, sino una reconstrucción profunda que toma distancia tanto del fundacionalismo rígido como del relativismo posmoderno. Con una escritura directa y una arquitectura conceptual sólida, Haack nos invita a repensar la noción de evidencia y su papel en los procesos de investigación científica y racional.
Uno de los principales méritos del libro radica en su defensa de una posición intermedia, que evita los extremos del dogmatismo y del escepticismo. A través de su ya célebre metáfora del “crucigrama”, Haack reemplaza los modelos epistemológicos tradicionales que operaban bajo la lógica de la pirámide (el fundacionalismo clásico) o la red (el coherentismo puro). En el crucigrama de Haack, las creencias y los datos empíricos se apoyan mutuamente, sin que ello implique un relativismo absoluto ni una jerarquía incuestionable. Esta imagen permite ilustrar con claridad la interacción dinámica entre evidencia y creencia, mostrando cómo ambas se ajustan entre sí de manera progresiva en la construcción del conocimiento. Así, la evidencia no es un bloque inamovible, sino algo que puede evaluarse, ampliarse y revisarse, pero tampoco es una mera construcción discursiva vacía de contacto con la realidad.
En este sentido, Haack se desmarca de los planteamientos del posmodernismo y de ciertas corrientes sociológicas de la ciencia que tienden a disolver la idea de verdad en un mar de constructos lingüísticos o culturales. Para ella, la evidencia tiene una dimensión objetiva que no puede ser ignorada sin caer en la arbitrariedad. Sin embargo, su defensa del realismo epistemológico no la lleva a incurrir en una posición ingenua. La autora sostiene que si bien nuestras creencias son falibles, y nuestra percepción del mundo está mediada por múltiples factores contextuales, existe una realidad independiente de nuestras mentes que pone límites a nuestras teorías y afirmaciones. Esta postura, que algunos han calificado de realismo crítico, le permite navegar entre el escepticismo paralizante y la certeza infundada.
Otro de los ejes centrales del libro es la crítica al reduccionismo lógico-positivista, especialmente en lo que refiere a la noción de evidencia como base firme e incuestionable del conocimiento. Haack rechaza la idea de que las creencias deben justificarse por una cadena lineal de proposiciones fundamentadas en datos brutos. Para ella, la justificación epistémica tiene una estructura más compleja, en la que los elementos empíricos y teóricos se articulan en una red multidimensional. Este rechazo a los modelos de justificación puramente deductivos la acerca a las corrientes pragmatistas, aunque su versión del pragmatismo se encuentra cuidadosamente depurada de los excesos relativistas de algunas lecturas contemporáneas de Peirce o James.
La influencia de Charles S. Peirce es, de hecho, una constante en el pensamiento de Haack, y en este libro se manifiesta de manera explícita. Al igual que el fundador del pragmatismo, Haack entiende la investigación como un proceso continuo de corrección y revisión, guiado tanto por la lógica como por la experiencia. Esta concepción de la investigación como actividad progresiva e inacabada impregna toda su epistemología. Frente a la visión del conocimiento como un conjunto acabado de proposiciones verdaderas, Haack propone una visión dinámica, en la que las creencias están en constante ajuste frente a nuevas evidencias, sin que ello implique una renuncia a la racionalidad o al ideal de verdad.
En el plano metodológico, Haack reivindica una visión de la ciencia que se aleja tanto del cientificismo como del constructivismo radical. Su crítica a los modelos normativos excesivamente rígidos se acompaña de una defensa del valor heurístico de la evidencia en el contexto real de la práctica investigativa. Para Haack, la ciencia no es un conjunto de reglas inamovibles, sino una empresa humana sujeta a contingencias históricas, intereses, errores y revisiones, pero cuyo compromiso con la evidencia permite una aproximación progresiva a la verdad. En este punto, su epistemología se muestra especialmente relevante para el análisis de las ciencias sociales y naturales contemporáneas, en las que la frontera entre objetividad y subjetividad se vuelve cada vez más difusa.
Uno de los aportes más originales del libro es su crítica a lo que la autora llama “vicios epistémicos”. Haack alerta sobre ciertos hábitos intelectuales que, bajo la apariencia de rigor, debilitan la investigación. Entre estos, destaca el dogmatismo metodológico, la obsesión por los indicadores formales de validez, y la excesiva dependencia del consenso institucional. Contra estas tendencias, propone una vuelta a los fundamentos del pensamiento crítico, entendiendo la evidencia no como una verdad revelada sino como una herramienta sujeta a evaluación racional. En este marco, cobra sentido su insistencia en la importancia del juicio epistémico individual, sin caer en el subjetivismo absoluto.
El libro también realiza un interesante análisis del papel de la evidencia en el ámbito legal, mostrando cómo las nociones epistemológicas tienen consecuencias prácticas en contextos donde se juega la legitimidad del saber. Haack argumenta que la evidencia legal, si bien sujeta a normas y procedimientos específicos, no es esencialmente distinta de la evidencia científica o común. Este enfoque permite establecer puentes entre la epistemología teórica y los problemas concretos de la vida social, enriqueciendo el debate sobre la racionalidad en la toma de decisiones públicas. En este punto, su enfoque cobra especial relevancia para los debates contemporáneos sobre ciencia, política y justicia.
Haack no elude los desafíos contemporáneos de la epistemología. En un contexto donde las noticias falsas, las cámaras de eco digitales y la desinformación erosionan la confianza pública en el conocimiento experto, su defensa de la evidencia como fundamento crítico de la racionalidad adquiere un valor particular. Frente al escepticismo que prolifera tanto en la política como en la academia, Haack plantea una ética de la investigación basada en la honestidad intelectual, la apertura a la crítica y el compromiso con la revisión constante. Esta dimensión ética, aunque no es el foco principal del libro, recorre sus páginas como una advertencia implícita sobre los peligros del relativismo epistemológico en tiempos de crisis de confianza.

(Contraseña: ganz1912)
Avatar

Por ganz 1912

Deja una respuesta

You missed

error: Content is protected !!