ROM HARRÉ – El Método de la Ciencia (Curso sobre Ciencia del Conocimiento Basado en los Libros «De Magnete» de William Gilbert y «Vegetable, Staticks» de Stephen Hales)

“El Método de la Ciencia”, escrito por Rom Harré, es una obra singular que se propone como un curso introductorio y reflexivo sobre el conocimiento científico, usando como hilo conductor dos obras fundamentales de la historia de la ciencia: “De Magnete” de William Gilbert y “Vegetable Staticks” de Stephen Hales. Este enfoque pedagógico y filosófico no solo ofrece un análisis de contenido de los textos fundacionales, sino que también presenta una reconstrucción metodológica que busca mostrar cómo se ha formado y validado el conocimiento científico en su dimensión histórica. El libro se inscribe dentro de una tradición que considera que la mejor forma de entender la ciencia no es únicamente a través de sus resultados actuales, sino explorando sus momentos formativos, sus experimentos cruciales, y los conceptos que en su momento resultaron innovadores o incluso revolucionarios.
Rom Harré, reconocido por su trabajo en filosofía de la ciencia y psicología, utiliza este volumen para subrayar la importancia de la praxis experimental y del contexto conceptual en el desarrollo del conocimiento. Para ello, selecciona dos obras muy distintas entre sí, tanto por época como por tema, pero que tienen en común el haber inaugurado métodos de observación y experimentación que cambiaron la forma de entender la naturaleza. “De Magnete”, publicado en 1600 por el médico y científico inglés William Gilbert, fue el primer tratado sistemático sobre el magnetismo y la electricidad. Por su parte, “Vegetable Staticks”, de Stephen Hales, es una obra del siglo XVIII que representa uno de los primeros intentos de aplicar principios cuantitativos y mediciones sistemáticas al estudio de los procesos fisiológicos de las plantas.
En la primera parte del libro, Harré analiza con detalle el proyecto de William Gilbert, destacando su ruptura con las autoridades tradicionales de la filosofía natural, como Aristóteles y Galeno. Gilbert no se conformó con repetir doctrinas heredadas, sino que realizó experimentos rigurosos, construyó instrumentos específicos y propuso explicaciones nuevas basadas en la observación directa y la manipulación de los fenómenos. Harré subraya que Gilbert representa uno de los primeros ejemplos de una mentalidad científica moderna, que valora la evidencia empírica por encima de la autoridad textual. También señala que Gilbert tuvo una concepción muy clara de lo que entendía por experimento: una intervención deliberada sobre un objeto o fenómeno para revelar propiedades ocultas o confirmar hipótesis sobre su comportamiento.
En este punto, Harré introduce una reflexión más general sobre el método científico. El experimento, según argumenta, no debe ser entendido como un simple procedimiento mecánico, sino como una práctica interpretativa, cargada de supuestos teóricos y de decisiones metodológicas. Esto se hace evidente en los experimentos de Gilbert, quien no solo observa, sino que construye un universo conceptual en el que ciertos comportamientos son relevantes, otros irrelevantes, y algunos incluso descartados como ilusorios. Harré destaca que el conocimiento científico no es una mera acumulación de datos, sino una articulación compleja entre teoría, observación, intervención técnica y lenguaje.
La segunda parte del libro se centra en “Vegetable Staticks”, obra en la que Stephen Hales realiza una serie de mediciones fisiológicas en plantas, utilizando técnicas de pesaje, presión y cuantificación del crecimiento. Hales introduce un estilo de experimentación más sistemático y cuantitativo que el de Gilbert, marcando una transición hacia una ciencia más matemática y tecnológicamente orientada. Harré señala que, aunque los temas tratados por Hales puedan parecer hoy rudimentarios o incluso triviales, en su momento representaron un avance crucial al trasladar técnicas físicas al estudio de organismos vivos. En este sentido, “Vegetable Staticks” prefigura el desarrollo de la fisiología vegetal, y anticipa la biología experimental moderna.
Harré utiliza el contraste entre Gilbert y Hales para mostrar cómo cambia el concepto de evidencia científica a lo largo del tiempo. Mientras que para Gilbert la clave estaba en las propiedades naturales reveladas por la manipulación directa, para Hales la verdad científica emerge de las regularidades numéricas obtenidas mediante el control y la repetición sistemática de los procedimientos. En ambos casos, sin embargo, se mantiene la idea de que el conocimiento válido no se obtiene por deducción a partir de principios abstractos, sino por un diálogo constante entre la teoría y la experiencia. Esta concepción es precisamente la que define, según Harré, el núcleo del método científico.
A lo largo del libro, Harré también insiste en la importancia de la noción de instrumento. Tanto Gilbert como Hales diseñaron y utilizaron herramientas específicas para realizar sus investigaciones. Harré muestra que el desarrollo de instrumentos no es un simple detalle técnico, sino una parte esencial de la creación del conocimiento. El instrumento define qué puede observarse, cómo puede intervenirse, y qué tipo de resultados pueden obtenerse. Desde esta perspectiva, la ciencia es inseparable de su dimensión material y tecnológica. Harré va más allá, sugiriendo que incluso los conceptos científicos están, en cierto sentido, mediados por los dispositivos que los hacen operativos.
Otro aspecto destacado del libro es su interés por la enseñanza de la ciencia. Harré estructura el texto como si se tratara de un curso universitario, destinado a introducir a los estudiantes en la lógica y práctica del conocimiento científico desde una mirada crítica. El autor insiste en que la historia de la ciencia debe ser utilizada como una herramienta pedagógica, no solo para entender el desarrollo del pensamiento, sino también para cuestionar las certezas actuales y abrir el campo a nuevas formas de investigar. El libro propone ejercicios, preguntas de discusión y lecturas complementarias, lo que refuerza su utilidad como texto formativo.
El estilo de escritura de Harré combina claridad, erudición y una cierta vocación didáctica. No se trata de un libro técnico en el sentido estricto, pero tampoco de una simple divulgación. Es una obra que exige al lector concentración y compromiso intelectual, pero que ofrece a cambio una visión rica, matizada y profundamente estimulante del método científico. Harré evita los dogmas y presenta la ciencia como una práctica humana, histórica, sujeta a cambios, errores y reformulaciones constantes.
En conclusión, “El Método de la Ciencia” de Rom Harré es una obra fundamental para quienes desean comprender la ciencia más allá de sus productos finales y adentrarse en su proceso interno de construcción. Al utilizar las obras de Gilbert y Hales como casos paradigmáticos, el autor ofrece una lección magistral sobre el papel de la experimentación, los instrumentos, la teoría y la historia en la formación del conocimiento. Más que un tratado abstracto, este libro es una invitación a pensar la ciencia desde dentro, con sus tensiones, sus riesgos y su poder transformador. Harré logra, con maestría, hacer dialogar pasado y presente, mostrando que entender cómo se construyó el saber científico es también una forma de imaginar su futuro.

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Por ganz 1912

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